Se caracteriza por la improvisación, desorganización y la carencia de objetivos claros de la lucha revolucionaria, situación manifiesta en el contenido del breve discurso pronunciado por Hidalgo la madrugada del 16 de Septiembre de 1810, donde el propósito fundamental de la lucha que se iniciaba en ese momento, era poner fin al mal gobierno de los españoles, pero se lanzaron vivas a Fernando VII. Concluye con la muerte de Hidalgo (30 de julio de 1811) y otros importantes líderes del movimiento.
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